miércoles, 7 de abril de 2010

El Islam en España: las dos caras de la moneda

El Gobierno español ha publicado hoy un estudio sobre "La comunidad musulmana de origen inmigrante en España". La web de Moncloa destaca que el 81% de estos inmigrantes se siente adaptado a las costumbres españolas (que es como decir que se sienten integrados, supongo...). Mientras, el diario El Mundo se queda con el dato negativo, con el que puede causar miedo y provocar rechazo hacia este colectivo: que el 5% de los musulmanes de origen inmigrante en España son radicales. No explica cómo define a una persona "radical".

Personalmente me llama la atención que sólo un 20% de los católicos se considera "muy prácticamente", y es un porcentaje que desciende cada año. El 52% de los musulmanes se considera "muy practicante". Y este porcentaje, al contrario que los católicos, va en aumento.

La información de El Mundo menciona también el incidente el otro día en la mezquita-catedral de Córdoba, cuando un grupo turistas musulmanes quisieron rezar en el templo hoy católico. El debate sobre el posible uso compartido del templo (que primero fue iglesia visigoda, luego mezquita y ahora catedral) se ha abierto. ¿Fomentaría eso la conviencia entre las religiones?

Las voces más sensatas han pedido que se estudie la posibilidad de habilitar una zona de la catedral-mezquita para el rezo de los visitantes musulmanes. ¿Por qué no? No sería respetuoso hacia ninguna de las religiones un sincretismo que no reconociera la diferencia de cada fe y de cada templo, pero ¿por qué no habilitar una zona separada, como se ha hecho en la tumba de Abraham, donde hoy rezan judíos y musulmanes?

Quizás ese es el camino hacia un genuino respeto y una auténtica convivencia. Eso sí, también han de plantearse los países de población musulmana que deberían dejar construir templos de otras confesiones y habilitar zonas para el rezo cristiano en ex-iglesias que ahora son mezquitas. Es una de los criterios que defiende la Santa Sede para un diálogo interreligioso eficaz: la reciprocidad y una verdadera libertad religiosa.