Acaba de terminar en Madrid la reunión de la Asamblea Parlamentaria de la UE y América Latina (EUROLAT), y durante los debates ha sido constante la referencia a que el siglo XXI será, sin duda, el siglo de la humanidad.
Lo ha resumido en la clausura Enrique Iglesias -desde 2005 al frente de la Secretaría General Iberoamericana-, al comparar estos comienzos del siglo XXI con un siglo XX marcado por las dos guerras mundiales y por la construcción de un orden internacional que ahora está en fase de evolucionar hacia un nuevo orden global. La crisis económica y financiera al menos ha servido para forzar una reacción conjunta de los grandes líderes regionales y mundiales, desde Rusia a Argentina, de China a Estados Unidos. Ya lo decía Jean Monnet, necesidad obliga.
El mundo sufre dolores de parto, ha dicho el eurodiputado francés Jean Claude Martínez, pero el resultado es que dará a luz un mundo mejor, en el que los pueblos se sientan responsables unos de otros porque está en juego la sostenibilidad del planeta y la prosperidad de todos.
Iglesias ha advertido de que el parto será largo y difícil, porque vivimos momentos de ambivalencia y contrastes de crecimiento y pobreza, y de incertidumbres ante el futuro. Los líderes mundiales se coordinan para regular la convivencia internacional mientras proliferan los conflictos, las armas de destrucción masiva, las mafias, el narcotráfico y en zonas como América Latina, también la inseguridad ciudadana.
El eurodiputado español y co-presidente de la Asamblea Eurolat, Ignacio Salafranca, ha concluido llamando al optimismo y a la participación: "Vivimos en la era tecnológica, pero el hombre no ha dejado de ser hombre, y desde su conciencia puede cambiar la realidad a través de su compromiso social y político".
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